A casi cuatro meses del asesinato de Wilexis Acevedo, el líder pandillero que mantuvo en zozobra por más de una década a Petare –el barrio más grande de Venezuela–, los habitantes del sector José Félix Ribas y otras zonas de esa parroquia del estado Miranda viven en una aparente calma que oculta el miedo. Otras bandas delictivas, los colectivos y la policía comienzan a tomar control de este populoso territorio. Pero la gente evita hablar de lo qué está pasando, la mayoría guarda silencio para no ser criminalizados
La Hora de Venezuela
Los habitantes del barrio José Félix Ribas, en la parroquia Petare (municipio Sucre, estado Miranda), se aferran a una aparente normalidad que oculta un profundo temor. La muerte de Wilexis Acevedo, alias “el Wilexis”, el 22 de enero de 2025, marcó el fin de una gobernanza criminal que controló la zona durante casi una década. Pero en lugar del alivio esperado, ahora viven bajo una atmósfera de miedo, zozobra y desconfianza generada por la presencia constante de fuerzas de seguridad del Estado, que vigilan cada rincón y escuchan cada comentario; por colectivos y otras bandas delincuenciales.
Tras asumir el control de José Félix Ribas, autoridades del gobierno de Venezuela aseguran que la delincuencia en la parroquia ha disminuido drásticamente tras la muerte de Wilexis. Reportan que los asesinatos en Petare descendieron de 61, entre enero y noviembre de 2024 (según el registro del Monitor de Víctimas), a solo dos desde la caída del presunto delincuente (ambos fallecidos eran supuestos miembros de la banda), y que solo se registran detenciones por violencia vecinal, riñas, hurtos y microtráfico de drogas.
Sin embargo, los habitantes de la zona aseguran que la criminalidad persiste y ahora es ejercida por otros grupos delictivos que operan en el lugar. A esto se suma una gran presencia policial y de colectivos (grupos de civiles armados simpatizantes del oficialismo), que parece más enfocada en el control social que la reducción de la delincuencia.
Wilexis Acevedo, de 38 años y mejor conocido por el alias de “Wilexis”, lideró durante más de una década una megabanda de unos 200 miembros en el barrio José Félix Ribas, Petare en Caracas. Allí ejerció un férreo control territorial y dominaba algunos delitos como el narcotráfico, extorsión y sicariato. Además impuso una gobernanza criminal mediante la cual regulaba la distribución de alimentos del programa estatal Clap, imponía toques de queda y ejercía autoridad con violencia armada, desafiando a bandas rivales y cuerpos de seguridad.
Entre abril y mayo de 2020, Petare vivió una ola de violencia por enfrentamientos entre Wilexis y Christian Tovar, alias «el Gusano». Las balaceras eran constantes y también hubo una incursión policial violenta. Estos episodios dejaron ocho muertos, hubo civiles heridos, las escuelas suspendieron sus actividades y el transporte público se paralizó. Wilexis escapó, mientras «el Gusano» murió en un operativo policial.
Violencia silenciada
Una residente del barrio El Carpintero, lejano a José Félix Ribas, pero también bajo el control de grupos criminales, relató que recientemente hubo un tiroteo donde balas perdidas entraron a algunas viviendas.
Para la elaboración de este trabajo se consultó a varios residentes de los barrios de la parroquia Petare y a funcionarios de cuerpos de seguridad. Todos expresaron temor a declarar, convencidos de que cualquier comentario que dijeran, podría ser malinterpretado. En medio de un contexto de tensión, se sienten obligados a guardar silencio por prudencia.
Narraron asimismo que cuando las fuerzas de seguridad irrumpieron en José Félix Ribas tras la muerte de Wilexis, los habitantes del lugar enfrentaron amenazas de policías que apuntaban a vincularlos con la banda del fallecido líder sin mayores argumentos.
Contaron que las autoridades comisionaron a vecinos para identificar a presuntos colaboradores de la banda, y así desataron disputas en la comunidad y rumores de que cualquiera podría ser añadido a una lista de sospechosos. De esa manera, intensificaron el miedo y la desconfianza en la zona.
Uno de los entrevistados atribuyó el temor que sienten a las decisiones que ha tomado el Estado cuando la gente se queja o denuncia. “A los vecinos que han intentado denunciar algo después de la muerte de Wilexis, los persiguen y vigilan, entonces muchos preferimos no hablar con la policía”, señaló.
La tensión alcanzó su punto álgido con el asesinato de Elizabeth Aricua Aguirre, líder comunitaria de 57 años, baleada el pasado 3 de marzo, mientras se dirigía a una iglesia en José Félix Ribas. Las autoridades detuvieron a un periodista que cubrió el hecho, acusándolo de “difusión de noticias falsas”, aunque días después confirmaron la muerte de dos sospechosos del crimen: Jhonaiker Alexander Cáceres Zarate, adolescente de 17 años conocido como “El Guajiro”, a quien mataron en Petare, y Leoangel Alfredo Pereira Guaimara, alias “Caricatura”, quien murió en Caricuao, al suroeste de Caracas. Ambos murieron en supuestos enfrentamientos con la policía.
El temor a ser señalados como colaboradores de bandas criminales ha llevado a algunos residentes de los barrios 5 de Julio y 19 de Abril a abandonar sus hogares y ponerlos en venta a través de plataformas como Marketplace. Vecinos reportan casos de familias que, tras vivir sometidas por grupos delictivos, ahora son señaladas por la policía como cómplices. Otros han expresado su intención de emigrar.
Siempre vigilados
Habitantes describieron que, constantemente, grupos de entre 7 y 10 funcionarios encapuchados de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) recorren Petare. Llegan en moto o patrullas y se bajan con armas largas para caminar por callejones y veredas a plena luz del día. “Los vemos llegar mientras hablamos con los vecinos en la puerta de nuestras casas y decimos: ‘ay Dios mío, qué va a pasar’”, dijo una habitante de José Félix Ribas.
También indicaron que efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) incrementaron los operativos. Describieron que quienes disparan son en su mayoría los encapuchados de la PNB.
Lugareños explicaron que, si bien José Félix Ribas está custodiado por las fuerzas de seguridad, sectores más profundos de Petare como San Blas y La Pajarilla “son zona roja”. Precisaron que hace tres meses “hubo una masacre en medio de estos sectores”.
De igual modo, señalaron que en el sector Fechas Patrias opera una banda integrada por adolescentes entre 13 y 15 años, que hace tres meses ingresaron a una casa a acabar con una fiesta a tiros. Una de las balas perdidas hirió a un niño que iba a una bodega a comprar un refresco. “Aquí la gente vive aterrorizada porque de esta banda ni se habla, no la han reseñado los medios de comunicación, pero existe, y nosotros tampoco la vamos a denunciar porque luego la policía nos toma como sospechosos”, declaró una vecina consultada.
Aparente calma
Entre los fallecidos confirmados por el Estado están figuras clave de la banda de Wilexis, como Carlos Alberto Aguilar Flores, alias “Cara de Muerto”, asesinado en Guaicoco (Petare) el 25 de enero de 2025, y Daniel José Blanco Rodríguez, alias “El Danielito”, muerto el 3 de abril en Carapita, también en presunto enfrentamiento con el CICPC.
Vecinos y voceros del Cicpc señalaron a “El Danielito” como el principal colaborador de Wilexis y posible sucesor en el entramado delictivo.
Pese a la desarticulación de la banda de Wilexis, los habitantes de José Félix Ribas reportaron la presencia de otras agrupaciones criminales activas, como “Los Chicorrios”, “El Cotorro”, “Pitufo”, “Enrique” y “La China”, que durante los últimos seis años encabezaron tiroteos contra Wilexis por el control del narcotráfico en Petare.
Al grupo delictivo “Los Chicorrios” se le atribuye el asesinato de un niño de 13 años en febrero de 2022.
Vecinos también mencionan a “El Menor”, otro colaborador de Wilexis, aún sin reportes de captura. A diferencia de los operativos contra la banda de Wilexis, no se han anunciado detenciones vinculadas a estas otras organizaciones, lo que alimenta la percepción de la comunidad de que la violencia criminal en Petare está “en pausa”.

El Gobierno promueve la “recuperación” de Petare mediante el Plan Antonio José de Sucre, que incluye 90 cuadrantes de paz activados el 21 de febrero y la pronta instalación de cámaras de seguridad para “pacificar” al municipio Sucre.
Sin embargo, esta iniciativa, descrita como una transformación social, es percibida por muchos habitantes de la zona como una fachada que oculta la represión ejercida por diversos cuerpos de seguridad, manteniendo el clima de miedo en la comunidad.
No podían faltar los colectivos
Además de los cuerpos de seguridad, residentes de José Félix Ribas denunciaron que luego de la muerte de Wilexis los colectivos ingresaron al barrio, amparados bajo la figura de jueces de paz. Según los testimonios, estos grupos se encargaron, junto con varios vecinos, de organizar las listas que señalaban, sin pruebas, a residentes supuestamente vinculados a la banda del delincuente que murió en febrero.
Los habitantes relataron que, bajo el control de Wilexis, quienes reclamaban por la distribución de gas, bolsas CLAP, suministro de agua o recolección de desechos sólidos debían denunciarlo ante él, quien mediaba con las autoridades del municipio Sucre para exigir soluciones. Los residentes enfatizaron que no apoyaban la delincuencia, sino que vivían sometidos. Pero la intervención de los colectivos y su rol de “justicieros” y delatores no es algo nuevo.
En los operativos policiales de los últimos meses, los vecinos destacan la participación de encapuchados vestidos de civil que acompañan a la PNB. Aunque se presentan como funcionarios de inteligencia, los residentes los identifican como colectivos que también persiguen y hostigan a líderes vecinales, opositores y chavistas críticos del Gobierno. Una práctica similar fue reportada entre 2015 y 2017 con las Operaciones de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), donde colectivos encapuchados también acompañaban a las autoridades en la búsqueda de presuntos delincuentes.
La presencia de colectivos en Petare tampoco es algo reciente. Un confuso episodio protagonizado por el colectivo Cara Al Río en febrero de 2024 evidenció el poder que ya tenían estos grupos en esa parroquia del este de Caracas.
La pugna de los colectivos y las megabandas por controlar el territorio tampoco es nueva. Una residente de José Felix Ribas explicó que durante las elecciones del 28 de julio de 2024, los colectivos también intentaron ingresar a los barrios de Petare junto a la autoridades para detener a las personas que rechazaban el desconocimiento del verdadero resultado electoral, pero en algunos casos los miembros de la banda de Wilexis se lo impidieron.
En 2020, un colectivo denominado Sombra, que operaba en las cercanías a la Redoma de Petare también tenía diferencias con Wilexis por el control de ese territorio.
Las personas consultadas revelaron que en diciembre pasado, durante las elecciones de jueces de paz, Wilexis suspendió los comicios en las zonas 6 y 10 al identificar que la mayoría de los candidatos eran afines a los colectivos. “Esas mismas personas a las que el presunto delincuente no les dio cabida, ahora dicen que son líderes sociales de la comunidad”, dijo un entrevistado.
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